Amig@s, hoy vamos a hablar de un fenómeno muy español (y un poco universal también): la compra de inmuebles como reality show con jurado familiar. 🤡👋
Me refiero a ese espectáculo en el que vas a ver casas y en lugar de llevar un arquitecto o un tasador, apareces con toda tu troupe: padres, suegros, tíos, colegas de oficina, y si me apuras, hasta el perro y el gato para que den su veredicto.
Porque, claro, cómo vas a decidir tú solo sobre TU vida, si está tu abuela que sabe perfectamente que “esto es caro” aunque no entienda nada del mercado actual y piense que una casa debería costar lo mismo que un coche de segunda mano.
Cuando veo a una pareja joven llegar con toda la caravana de familiares, sé que esa compra se va a alargar más que las obras de la Sagrada Familia.
Hay que enseñar 125 casas, todas tienen que gustar absolutamente a todos, desde el primo gamer de 15 años hasta la tía que solo sale de su piso para ir al ambulatorio. 🥹
Y claro, es físicamente imposible.
Porque seamos sinceros: a tu padre de 70 años le enseñas una casa con finca y lo único que ve es dolor de espalda, huertas que nunca quiere regar y facturas de materiales de construcción.
No ve una oportunidad, ve una condena a trabajos forzados.
Mientras tanto, tú con 25 años ves libertad, gallinas, tomates ecológicos y hasta la posibilidad de montar un huerto zen.
La edad cambia las prioridades: a los 20 compras una ruina y duermes feliz en un saco; a los 60 quieres sol, silencio y cero complicaciones. 👴👵
Consejo número uno: nunca lleves a toda la familia a un visionado.
Llévate a un arquitecto, a un aparejador o como mucho a un colega manitas que sepa diferenciar una grieta estructural de una sombra rara. 👷👷♀️🪛
Todo lo demás son opiniones que solo te van a liar y meter miedo.
Esto funciona igual que cuando presentas a tu pareja a tus padres.
Para mamá nunca cocina como ella, para papá es una vividora, y para la abuela no va a misa. ¿Conclusión?
Si escuchas a todos, nunca te casas.
Y si escuchas a todos en la compra de casa, nunca compras.
He visto parejas enamoradas de un caserón perfecto, con precio justo y posibilidades de vida feliz.
Pero llega la segunda visita con los papis: “hijo, esto es caro”, “hija, esto está húmedo”, “eso no me convence”.
Resultado: pierden el chollo y terminan en un alquiler sin futuro esperando “la casa perfecta que guste a todos”, que básicamente no existe.
Lo triste es que luego me cruzo con esas mismas parejas años después, arrepentidas de no haber comprado. ¿Y qué pasó?
Que esa casa ideal ya está en manos de otra pareja menos acomplejada y ahora el mercado es todavía más caro.
Y ellos siguen buscando “la casa bendecida por toda la familia”, que solo existe en cuentos soviéticos de hadas.
Así que, querid@s, moraleja clara: si a tu marido o mujer no le convence la casa, ahí sí que tienes un problema que resolver en pareja.
Pero si el disgusto viene de tu madre, tu tía o de la bisabuela argentina de 98 años que vive en otra época… ignóralos y compra lo que te convenga.
Que con los precios actuales en Asturias es más fácil encontrar nueva pareja que una casa decente a buen precio.
Invitad a la familia al estreno oficial: la fiesta de inauguración.
Ahí sí podrán quejarse de la humedad, del suelo, del color de las paredes y del vecino con gallo que canta a las seis.
Pero la escritura ya estará firmada y nadie podrá evitarlo.
Pensad con vuestra cabeza, consultad a especialistas, y dejad a la familia para los domingos, no para las hipotecas.
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